Artículo de Opinión 18 diciembre 2016
Para hacer un balance de situación de la realidad catalana, uno no
puede ser objetivo, y no puede serlo porque desde la política que
practica la Generalitat de Cataluña en manos de partidos separatista, se
nos plantea unas elecciones democrática para saber si está con migo, o
contra mi. Así de simple
Desde el
Centre D´ Estudis d'opinió del CEO, la Generalitat de Cataluña saben
que no disponen aún de una mayoría social que permita ganar esas
elecciones y posibilitara la separación de Cataluña con el resto de
España. Como lo saben, se aferran al falso “derecho a decir” que solo
tienen las regiones que han sido colonizadas, y no es el caso de
Cataluña, solo queda la desobediencia de las leyes porque son la mayoría
del Parlament que, a su vez es, la mayoría social de ciudadanos de
Cataluña que quieren la separación. Existen mecanismo legales que
permitirían la consulta, incluso vinculante, pero ese camino no les vale
porque saben que la gente está perdiendo la fe en sus mentiras y
verdades a medias.
Para conocer porque hemos llegado al punto
cabe remontarse a cuando el Pujolísmo hacía de bisagra a los gobiernos
centrales para la estabilidad presupuestaria de España, e incluso,
garantizar desde el nacionalismo moderado las cuotas del separatismos
que por entonen estaba entre un 12 y un 15 por ciento. Toda la política
que practicaba el Pujolismo era para perpetuarse en el poder y a cambio
de asumir competencia de Estado desde Cataluña, competencias que le han
servido para la construcción de otro nuevo Estado y enriquecerse el y
los suyos.
Los pilares básicos y públicos que el Estado debe
garantizar a sus ciudadanos, educación, sanidad, medios de comunicación,
han estado en manos de quienes construían con una lluvia fina y
mentiras su país a medida. Todo aquel disidente que se atrevía a
cuestionar las mala praxis, era tildado de enemigo del nuevo país, es
más, había que fomentar a toda costa los continuos ataques que
presuntamente recibía todo un pueblo de los enemigos externos, -causante
de todos los males de Cataluña-, y los enemigos internos que eran
aquellos catalanes que no comulgan con nacionalismo.
A veces
tengo la sensación que, políticamente y como ciudadanía, hemos avanzado
muy poco seguimos cometiendo los mismos errores que se cometieron en el
siglo pasado. Pero hay que reconocer que lo ponen muy difícil para no
caer en los cantos de sirena, e incluso, combatir tanto despropósito a
pesar de saber que los que no comulgamos con separatismos estamos de
parte de la ley. Porque los derechos de los demás, acaban cuando
empiezan los míos.